Esta sorprendente casa, por lo estrecha que es, se encuentra en pleno centro de Valencia, en la plaza Lope de Vega, en el céntrico barrio de Santa Catalina. Con una fachada de 107 centímetros de lado a lado, poco más que el ancho de la puerta, se trata de la más estrecha de Europa y la segunda del mundo, solo superada por una de Brasil de 100 cm conocida como ‘la Casa del Metro’.
Hoy, la entrada a esta fachada pertenece al bar contiguo, La Estrecha, que ha derribado la pared que los separaba y le dedica fotografías de época y conserva el suelo original; los pisos superiores han sido unidos interiormente en apartamentos, siempre conservando la fachada original. El dueño de la tasca, Alberto Martínez, dice que le gustaría hacer un pequeño museo como homenaje a tan singular e histórico lugar.
La casa podía llegar a ser muy claustrofóbica. Cuentan que la niña que vivía en la casa se tuvo que vestir en la calle el día de la Comunión, ya que con el vestido puesto no podía salir por la puerta. Lo mismo tuvo que hacer para ponerse su traje de fallera. Hoy aquella niña, que ya es una mujer y vive cerca de ella, recuerda que la casa tenía dos camitas pequeñas, un catre, una pequeña cocina pegada a la pared y una mesa con dos sillas. Era una vivienda con negocio: en los bajos estaba la joyería de su padre. «Su marido conoció la casa cuando eran novios y enseguida se buscaron otra casa», asegura Martínez, que explica que antes las viviendas se pagaban por metros de fachada, razón por la cual se hizo tan estrecha.
La casa más estrecha de Europa ha albergado una máquina expendedora, y los bajos, comenzaron siendo una joyería, propiedad de la familia que vivió en la finca, para posteriormente ser un quiosco de prensa, revistas y chucherías y una tienda de regalos hasta llegar al bar actual, abierto desde marzo de este año. Hasta hace unos años, los pisos superiores se alquilaban a prostitutas y personas para relaciones extramatrimoniales.
El número 6 de la plaza Lope de Vega es un atractivo turístico curioso y no muy conocido. El dueño de La Estrecha asegura que es más popular entre los extranjeros, ya que está incluida en muchas guías, que entre los propios valencianos: «Una familia de Alemania que estaba de vacaciones en Jávea vino a propósito a Valencia porque al hijo, en clase, le habían hablado de la fachada». A diario, decenas de personas fotografían en la casa más curiosa de Valencia, de la que ahora solo se conserva su peculiar fachada.